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Pongamos que hablo de Rubén

22/09/2013

Publicado por juan fraile

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© Kozoom / Harry van Nijlen
El jugador madrileño completó un maravilloso torneo

Permítaseme otra de las licencias que de vez en cuando me tomo sin encomendarme ni a Dios ni al diablo. En este caso me permito el lujo de repetir un titular de un viejo artículo que hace años edité en otra publicación en referencia al jugador madrileño.

No pudo llevarse el título de Peloponeso, pero hizo soñar a los aficionados españoles tras un campeonato extraordinario, lleno de fuerza, de talento, de creatividad. Además, esta vez también funcionó ese plus mental que da y quita carambolas como por arte de magia. Todo junto y mezclado formó un explosivo cocktail bautizado como: Rubén Legazpi.

Siete partidos y 1,947 de promedio general y 2,011 en los cinco partidos de la fase final. Seis victorias, la primera ante el galo Soumagne (40-13 en 24), la segunda, que le dio el pase a la fase final, ante De Bruijn, (40-21 en 20) Dos victorias muy solventes para entrar a jugar con los grandes.

Ya en la fase final, mostró su talento ante el coreano Jin Pyo Hong (40-31 en 15). Y llegó el duelo inolvidable, ese que puede marcar un antes y un después, fue en octavos ante el gran Marco "Demolition" Zanetti. La serie de ocho para empatar y las cinco para eliminar al italiano pasarán a la historia del billar español. Sobre todo ahora que tenemos medios para ver partidos de tan alto nivel en directo.

En cuartos volvieron las palizas, en esta ocasión la sufrió un tal Kang Dong Koong quien, por si a alguno se le ha olvidado o no tiene el gusto de conocer, se trata del ganador en la Copa del Mundo en Guri hace apenas dos semanas, derrotanto en la final a un tal Daniel Sánchez.

Tayfun, un viejo amigo y compañero de batallas en el club de Caseta Nova, era el último obstáculo de cara a la final. De nuevo Rubén logró una victoria contundente, además, con un detalle de campeón, ya que su rival, prácticamente fuera del partido, se sacó de la chistera dos series de 5 y 11 para ponerse a solo seis del madrileño. Rubén hizo las siete nada más levantarse de su silla. El pulso y la presión pasaban de estación.

Quizás si hubo nervios y tensión en la gran final ante Blomdahl. Es natural, todas las miradas estaban puestas en una sola mesa y en solo dos hombres, un supercampeón y un intrépido joven que se atrevía a desafiar a todo el mundo.

Ganó el sueco, pero los aplausos en directo fueron compartidos, los vítores virtuales en redes sociales, foros etc, fueron todas para Legazpi II (imagino como estarían su padre y hermano, otros dos supercampeones), y por supuesto, mi ovación y respeto por ese gran jugador y persona. Enhorabuena campeón.

Estaba sentado frente al ordenador y me preguntaba de quien iba a escribir, hoy era fácil: pongamos que hablo de Rubén.

 

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